Era un lunes lleno de actividad en el centro de la ciudad, día caluroso en Hiroshima , las chicharras sonaban como nunca. A 10.000 metros sobre la ciudad un Bombardero americano B29, el Enola Gay, se aproxima a su punto de lanzamiento, en 45 segundos mata a 80.000 personas. Se acababa de lanzar la primera bomba atómica. Una nueva era había comenzado.
Al poco tiempo empieza a precipitar un agua negra que proviene del hongo. La gente piensa que era una bendición pero nada más lejos de la realidad. La muerte sigue propagándose con una lluvia ácida, negra, forjada con el polvo radiactivo de la nube y los restos de material incinerado en la explosión. Lo envenenó todo: ríos, plantas animales que beben y mueren. Esa agua negra era un líquido letal.
Como en todas las circunstancias de altísima dificultad para la supervivencia se activa el modo sobrevivir a costa de lo que sea. No hay comida, no hay bebida y empiezan a proliferar las mafias y el mercado negro. Hiroshima se convierte en una ciudad sin ley. Desaparecen la conciencia y los valores morales. No había línea entre el bien y el mal. Existe lo que conviene y lo que no conviene. Los ladrones roban los dientes de oro de los cadáveres y los bienes que habían subsistido en las casas que tenían aún ciertos enseres (retretes, estatuas bajo los escombros..) . Empieza un saqueo sistemático. Se había perdido todo posible signo de humanidad.
Después de firmar la rendición y consecuentemente la paz, El ejército americano desembarca en Japón. La ciudad es aislada por soldados norteamericanos, pero un periodista Australiano se infiltra y hace un relato escalofriante que permea en los más altos estamentos del gobierno estadounidense. Empiezan a pedir explicaciones de algo que no se podía explicar. Nadie podría haber predicho cuales serían las consecuencias de tal bombardeo.
El alto estado norteamericano crea una comisión denominada “Comisión de bajas de la bomba atómica” y comienzan a hacer estudios in situ de los efectos y secuelas de la radicación en el cuerpo humano. Realizan observaciones a toda la población afectada , informes anatómico patológicos y autopsias, disecciones, estudios estadísticos de fallecidos y de los aún vivos , que les permitió documentar todos los efectos radiactivos. Pero no curaron o intentaron paliar las secuelas. Simplemente observaron. Mientras aparece una nueva figura social entre los habitantes de la prefectura: los llamados Hibakusha.
Todos los 6 de Agosto se reúnen unas 40.000 personas en el Parque de la Paz sito en el centro de Hiroshima, ahí mismo, se yergue el museo de la paz muy educativo y triste a la vez. Se pueden ver miles de historias de gente que sobrevivió y la que no lo pudo hacer.
Yo personalmente los visité una vez. Confieso que he visto cosas duras en la vida como el museo Khmer en Camboya o el de Crímenes de Guerra en Viet-nam pero he de reconocer que, mientras en estos últimos la pena y la tristeza que te invadía poco a poco, a medida que paseabas por las salas del museo, en Hiroshima, desde el primer momento, tienes una sensación de angustia que te invade rápidamente. Es como un sartenazo en la cabeza.