Un día sin demasiados incidentes fui al mecánico de detrás de la casa. El de la “tupisión”
- Buenos días:, mire la cerradura del portón trasero se ha quedado agarrotada y no va ni para adelante ni para detrás.
La miró con esa mirada perdida que dedica a todo lo que mira. Que no sé si es para hacerse el importante, pero en honor a la verdad siempre acierta con suma precisión.
- Mijo eso es mejor que te lo repare un cerrajero, es más, que sea el que la puso por que es inventada y si no, no va a dar con el problema. Lo suyo es que se lo lleves al dueño y que lo revise el. Yo soy mecánico, no cerrajero, y me temo que te la voy a estropear aún más.
Este hombre no para. Siempre tiene gente en el taller, da igual a la hora que pases. En un país así los mecánicos no deben tener problemas, siempre tiene trabajo, los coches andan todos los días al borde del desarme y necesitan que alguien los repare.
Busqué un par de cerrajeros que el mismo me dijo que había por la zona de Vedado ,pero la verdad no los encontré. Parece que los lugares que el me comentó estaban cerrados y no había manera de poder arreglar la maldita cerradura.
En vista de que nadie me arregla la cerradura desisto y decido el que le entregaría el coche a Carlitos con el portón fastidiado. No me gustaba la idea de dar las cosas rotas, pero veía que no había solución. Hace tiempo me di cuenta que en Cuba, cuando la cosa se pone a que no, es que no. Me explico. Si de repente vas a buscar enchufes y no aparecen, no busques demasiado porque no los vas a encontrar en toda la isla. Si dos o tres cerrajeros te dicen que no te lo arreglan, que es mejor que la arregle el que la puso. No te empecines y déjalo estar. No convienen forzar porque no vas a conseguir lo que quieres. Solo te amargas y no es plan, que estamos de vacaciones.
Decidí por tanto seguir como estaba con la cerradura mal. Le daría un curso de adaptación con mejoras a mi amigo cuando le entregara el coche tal y como el me lo dio a mí.
Según van pasando los días me siento mas seguro con el coche. No me preocupa quedarme tirado, se que siempre aparece la solución. Además la gente te ayuda cuando te ve parado. Ha llegado la hora mágica de echarle valor y meterse por carretera. Indira me dice que cuando voy a llevar a mis sobrinas a la playa, que podíamos ir juntos los cuatro. Como ya me siento más seguro, asiento con la cabeza y le digo.
- Déjame llamar a las mamás de Karla y a Melissa. Si podemos será mañana mismo.