Empiezo la mañana y voy por calle Reina. Quedo con Bárbara, a almorzar y cuando bajamos de su casa, me encuentro con la rueda pinchada. Ella se ríe y me dice que hay una ponchera mas adelante en la misma calle. Vamos hacia allí. El dueño tiene pinta bonachona mientras acaba de arreglar una rueda de bicicleta me mira y me dice.
- Esa rueda es de cámara.
Hay madre que no las arregla.. Pensé y contesté ..
- Si, es de cámara.
- Por 3 dólares te pongo una válvula de balón y es mejor.
¡Coño qué susto me había dado! Creí que en pleno Sol me tenía que buscar una ponchera de cámara pero no, simplemente quería hacer su negocio.
Le contesté que si tenía cámara es porque tenía mil ponchadas y que yo no creía que conviniese reconvertirla, Me dijo que posiblemente fuera así y se dio la vuelta en su precario taller, en el que tenia todas las herramientas mugrientas y desordenadas, hasta tal punto que en ese momento, sobre la plataforma que arreglaba las cámaras tenía un martillo herrumbroso que se le cayó al suelo y le dio en todo el dedo gordo de pie. Un dedo bien gordo por que el mismo era así, gordo. Empezó a saltar a la pata coja a mirar al techo. Uno no debe reírse de estas cosas pero es que era de risa .Se quito la zapatilla y metió el pie en una bañera que tenía el agua negra .Esta bañera de hormigón es donde prueban si los neumáticos tienen fugas. Pero con sinceridad el agua estaba espantosamente zaína, yo no hubiera metido el pie a riesgo de tener una infección.
El hombre no hablo más en todo el rato, yo me mordía los labios para no reírme, porque este era de esos rivales que según el bushido me hubiera enaltecido. Al terminar de reparar la .- rueda me la entrego diciendo:
- Ahí tienes mi hermano. Salud.
Le page sus pesitos y me marché.