Sin novedad. Huelo mucho a gasolina y el calor dentro del coche es agobiante. He tomado la decisión de ir en pantalón corto y en chancletas. Para los que me conocen, saben que las chancletas sólo las uso en la playa y no me gusta el pantalón corto, pero dentro del coche el calor es insoportable. Llevo 3 días en La Habana y yo creo que es la vez que más calor he pasado. En el segundo semáforo que te detienes, rompes a sudar y ya no paras. Llegas hecho un asco a todos lados y encima con tremenda peste a gasolina. No obstante el Moscovich me trae y me lleva y como estoy de vacaciones, no tengo que hacer visitas con traje. Me dispongo a pasar unas vacaciones chancleteras y en bañador.
Al pasar por la calle Neptuno uno de los ejes principales de La Habana, me vuelven a parar para pedirme botella. Hago un gesto simulando que no me pilla de camino muy metido en el papel de Botero. Sin mirarles a la cara me río pensando que me han confundido con uno de ellos. Pero… ¿y si doy boteo a alguno? Si hablo se me notaría pero si no hablo… ¡se la cuelo!
Esto quedaría bien en una historia. Algo así como que al final se pusieron tan pesados que le di boteo a uno. ¿no? Quedaría una historia loca pero divertida. Creo que lo voy a hacer.
Pero tenía que escoger la víctima o “ El punto” como ellos le llaman. Tenía que ser un hombre, el dólar de una mujer me hubiera parecido un abuso hacía el sexo femenino. Además no podía ser un hombre mayor. Tenía que ser mas joven más alto y más fuerte que yo. Esta era mi condición. Tal y como dice el código del Bushido, “jamás te enfrentes a un rival mas débil que tú”. “Tu rival define tu fortaleza”. Si vences a un rival mas fuerte te fortalecerás. Si luchas con un rival más débil te debilitarás aunque le ganes. Tanto si pierdes como si ganas, tú valor lo define tu adversario.
Estaba decidido, era la historia final de las vacaciones, definir y dar boteo al “punto”. Sería cuestión de tiempo dar con él y aplicarle una tarifa más alta de lo normal.
Claro era mi hora... yo sería el que abusaba.